miércoles, 21 de octubre de 2009

Un texto de Yndira Fernández: Olor a lechuga fresca…

Foto: Pequeño diputado, Kevin Vásquez (http://www.flickr.com/)


Me recuerdo adolescente caminando por las inmediaciones del Capitolio Nacional o del Palacio de las Academias y mi nariz comienza a percibir un olor, un olor tan especial que por instantes podría olvidar el bullicio del centro de Caracas.

Buscando analogía con algo caigo en cuenta de que es un olor a lechuga fresca. Así puedo definirlo. Ha pasado el tiempo y puedo percibir el mismo grato aroma, que creo provenía de los jardines que flanquean el edificio del Capitolio, producido por la mezcla del agua con la tierra y los arbustos.

Si piensas que el centro de la ciudad es solo caos, la invitación es a detenernos, a afinar el olfato y dejarnos seducir por sutiles olores, como ese de tierra mojada que distinguimos desde la infancia y que parecemos haber olvidado. Reencontrarlo puede recordarnos que aún estamos vivos en esta gran ciudad.


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